No entiendo...
No sé cómo... decodificar lo indecoroso,
lo indebido debido a mi conciencia.
Las sombras se asombran de mi sombrío sino si no puedo lograr algún acierto,
y es cierto, desiertos me habitan
y me encuentro perdido en ellos.
Me declaro sobreviviente de mis desconsuelos,
de la pulcritud compulsiva con la que arranco los pétalos de las flores de mi propia estima.
Porque no entiendo...
No sé cómo descifrar el andar por el día a día
a disfrutar a monotonía del silencio sin sentir que no encajo en ninguna parte...
Mi alma de mueble viejo rechina en lo imperturbable,
el soslayo, lo insondable, los sonidos,
los aullidos de las noches,
la oscuridad de la noche,
el miedo de la noche,
la noche de las noches...
y sigo sin entender nada.
Las palabras se me acumulan en los pulmones
y, aun así, no logro explicarme...
Sentirse ser parte,
entrelazar los dedos en los dedos en los dedos en los dedos
y desnudarme
y crucificarme coronado por el fracaso del mundo
que fuimos nosotros
que somos nosotros
que íbamos a ser nosotros...
He decretado dejar de llorar tanto
y me he arrancado los ojos.
Ahora, también soy un buen mentiroso.
De tan poco entender, voy a romperlo todo
talar los árboles y vengarme,
escupir magma y vengarme,
granizar y vengarme, huracán
y vengarme, terremoto, desprendimiento y vengarme
y epidemia y vengarme
y vengarme y vengarme
en espiral Y VENGARME y caer Y VENGARME
en un abismo Y VENGARME y no dar marcha atrás
Y VENGARME...
ahora, por fin
hay paz.
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