sábado, 9 de noviembre de 2024

De capital al norte

 

En el silencio de las frías noches

Las motas se recogen listas para expandirse de nuevo

Estirando el vestido amarillento que cubre pedazos de historia⁷

En 1929 la sangre de mi abuela surgió en las salitreras

Mientras cientos de hombres y mujeres exhalaban sus últimos alientos y sueños

Bajo el inescrutable sol de la pampa

Y la sangre se marchó encadenada a generaciones que llevaron su andar

Por el kiosko de Retreta

Testigo silenciado de la sangre y la matanza

de la miseria del viento y la arena

El horizonte cobrizo se incrusta en la pupila

Al compás de las maquinas que penetran las venas de la tierra

Han sido cientas las historias que imagine al mirar por la ventana

En los viajes nocturnos

Al verano prometido

Gigantes que corrían por las dunas

Huyendo quizás del olvido

O de ser devorados como aquella mano enorme que aún se deja ver.

Es enorme el páramo de caminos misteriosos

De añañucas, oficinas y pueblos que se niegan a cerrar los ojos

O quedarse a dormir bajo las arenas como un famoso hospital local

Porque Chuquicamata no ha muerto

Solo descansa

Las costas de Mejillones siguen bailando junto a Tocopilla y Taltal

Humberstone se alza como un fantasma repleto de misterios por las noches

Y los trenes de Baquedano mastican rieles como bestias salvajes

Que habitan el erial

Son estas tierras entre costa y cordillera

Las que esconden un cielo estrellado

Con aires de planetas rojos y paisajes marcianos

Las que han permitido mirar más allá de lo antes visto

Es este un desierto que da flores

Como también me ha dado a dos hijos

El que me ha hechizado con el sonido del viento de la tarde

Las tormentas de arena

Las noches heladas

La sangre derramada

Por ellos por nosotros

Por hermanos peruanos bolivianos

Croatas chinos y colombianos

Una tierra inhóspita que se ha rendido al deseo de sobrevivir

De escribir historias

Y atestiguar con ojos rasgados

Como cambiamos la vida por el pan.

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