En el silencio de las frías
noches
Las motas se recogen
listas para expandirse de nuevo
Estirando el vestido
amarillento que cubre pedazos de historia⁷
En 1929 la sangre de
mi abuela surgió en las salitreras
Mientras cientos de
hombres y mujeres exhalaban sus últimos alientos y sueños
Bajo el inescrutable
sol de la pampa
Y la sangre se marchó
encadenada a generaciones que llevaron su andar
Por el kiosko de
Retreta
Testigo silenciado de
la sangre y la matanza
de la miseria del
viento y la arena
El horizonte cobrizo
se incrusta en la pupila
Al compás de las
maquinas que penetran las venas de la tierra
Han sido cientas las
historias que imagine al mirar por la ventana
En los viajes
nocturnos
Al verano prometido
Gigantes que corrían
por las dunas
Huyendo quizás del
olvido
O de ser devorados
como aquella mano enorme que aún se deja ver.
Es enorme el páramo de
caminos misteriosos
De añañucas, oficinas
y pueblos que se niegan a cerrar los ojos
O quedarse a dormir
bajo las arenas como un famoso hospital local
Porque Chuquicamata no
ha muerto
Solo descansa
Las costas de
Mejillones siguen bailando junto a Tocopilla y Taltal
Humberstone se alza
como un fantasma repleto de misterios por las noches
Y los trenes de
Baquedano mastican rieles como bestias salvajes
Que habitan el erial
Son estas tierras
entre costa y cordillera
Las que esconden un
cielo estrellado
Con aires de planetas
rojos y paisajes marcianos
Las que han permitido
mirar más allá de lo antes visto
Es este un desierto
que da flores
Como también me ha dado
a dos hijos
El que me ha hechizado
con el sonido del viento de la tarde
Las tormentas de arena
Las noches heladas
La sangre derramada
Por ellos por nosotros
Por hermanos peruanos
bolivianos
Croatas chinos y
colombianos
Una tierra inhóspita
que se ha rendido al deseo de sobrevivir
De escribir historias
Y atestiguar con ojos
rasgados
Como cambiamos la vida
por el pan.
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